
Gestión de la práctica
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Con el aumento de la población anciana, es más importante que nunca comprender las necesidades específicas de los pacientes geriátricos.
Debido en gran parte a los avances logrados en medicina y sanidad, los seres humanos viven en general más que nunca. Según el informe Perspectivas de población mundial de las Naciones Unidas de 2019, se espera que en 2030 la población mundial de más de 60 años alcance los 1400 millones de personas, lo que supone un aumento del 56 % respecto a 2015. Para poder proporcionarles una asistencia adecuada durante toda la vida, es esencial que todos los profesionales de la odontología adopten ciertas medidas para conocer mejor las necesidades de este sector demográfico que crece a gran velocidad.
El envejecimiento se asocia a una serie de cambios en la boca.
Algunos de ellos son:
Estos cambios fisiológicos pueden interactuar con factores sistémicos, conductuales, del estilo de vida y socioeconómicos, aumentando el riesgo de trastornos de salud bucodental en las personas de edad avanzada.
Aunque la prevalencia de edentulismo varía mucho en función de la región, en las últimas décadas se ha observado una disminución general, sobre todo en los países desarrollados. La conservación de la dentición contribuye a mantener la nutrición, el habla y la calidad de vida, pero la presencia de dientes envejecidos plantea sus propios retos.
La British Association for the Study of Community Dentistry (BASCD) señala que la enfermedad periodontal y la caries dental tienen una elevada prevalencia en la población envejecida del Reino Unido, sobre todo en el ámbito de las residencias. Añaden que el 96 % de las personas mayores de 65 años tienen superficies radiculares expuestas debido a los efectos acumulados de la enfermedad periodontal, lo que predispone a la caries radicular. La incidencia de enfermedad periodontal es máxima en el grupo de edad de 65-84 años, en el que el 60 % presentan al menos un alvéolo periodontal de >4 mm de profundidad.
La xerostomía o sequedad bucal es habitual en personas de edad avanzada, principalmente a consecuencia del mayor uso de medicamentos. La BASCD afirma que la sequedad bucal es uno de los efectos secundarios más frecuentes de los 200 medicamentos más prescritos, y aumenta el riesgo de padecer otros problemas de salud bucodental como mucositis, caries y candidiasis bucal.
Las prótesis y restauraciones son habituales en las personas mayores, en parte debido a la elevada prevalencia de caries dental antes de que se generalizara el uso de dentífricos fluorados. Aunque ayudan a preservar la función, también pueden aumentar el riesgo de enfermedad periodontal y caries al dificultar la higiene bucodental. También existe un mayor riesgo de daños o fracaso con las restauraciones más antiguas.
Las preferencias alimentarias de los ancianos pueden verse afectadas por los cambios en la salud bucodental. Por ejemplo, la sarcopenia, la mucositis o la pérdida de piezas dentales pueden hacer que el paciente prefiera las comidas más blandas, que suelen ser más ricas en carbohidratos fermentables, lo que incrementa el riesgo de caries y enfermedad periodontal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la enfermedades más frecuentes entre los ancianos son la hipoacusia, los problemas de visión, el dolor osteomuscular, la artritis, la diabetes, la depresión y la demencia. Algunas enfermedades pueden repercutir en la motivación del paciente para llevar a cabo las actividades de higiene bucodental, o limitar su capacidad física o cognitiva para realizarlas. La alteración de la glucemia asociada a la diabetes también puede aumentar el riesgo de enfermedad periodontal, lo que a su vez dificulta más aún el control glucémico.
Determinadas comorbilidades también pueden complicar la administración de anestésicos locales. Por ejemplo, la adrenalina está contraindicada en presencia de:
El aumento de los problemas de salud va asociado a una mayor dependencia de los medicamentos. En EE. UU., el 39 % de las personas de edad avanzada toman al menos cinco medicamentos a diario, y el Journal of the Canadian Dental Association estima que, en 2040, la población geriátrica utilizará el 40 % de todos los medicamentos recetados.
Además de provocar xerostomía, los medicamentos plantean retos en la asistencia geriátrica a través de las interacciones farmacológicas. Por ejemplo, se sabe que la adrenalina interactúa con los IMAO, los antidepresivos tricíclicos, los betabloqueantes y los antidiabéticos orales.
Algunos cambios fisiológicos asociados a la edad pueden alterar la farmacocinética de los fármacos utilizados habitualmente en el ámbito odontológico. Algunos cambios importantes son:
El profesional de la odontología tal vez deba modificar la dosis de determinados medicamentos para lograr una concentración plasmática adecuada.
En pacientes de edad avanzada es recomendable adoptar un uso conservador de la adrenalina. Las soluciones con articaína comercializadas por Septodont* están disponibles en dos concentraciones, lo que permite al odontólogo reducir al mínimo la dosis de adrenalina en los pacientes de más riesgo. Contienen articaína al 4 %*, un anestésico de tipo amida que suele preferirse en pacientes ancianos porque también posee un metabolismo extrahepático. Cuando la adrenalina esté contraindicada, una alternativa adecuada es un anestésico sin vasoconstrictor, como la solución de mepivacaína al 3 % comercializada por Septodont*.
Al tratar pacientes en la sexta década de la vida, es prudente comentar los cambios que pueden esperar en los años siguientes, los posibles riesgos específicos a los que podrían enfrentarse y cualquier medida preventiva o restauradora que puedan adoptar ahora para mantener la salud bucodental.
En los pacientes con un alto riesgo de caries dental (p. ej., los que viven en residencias), se avala el uso preventivo de barnices con un alto contenido de flúor. Otras estrategias de gestión de riesgos son el tratamiento proactivo de la sequedad bucal, la recomendación de usar medicamentos sin azúcar siempre que sea posible y hacer recordatorios más frecuentes, cada tres o cuatro meses. En los pacientes con una destreza limitada u otras limitaciones físicas, deben recomendarse ayudas como cepillos de dientes eléctricos, hilos dentales premontados, irrigadores dentales o cepillos de dientes modificados.
La generación actual de personas mayores alcanzó la madurez en una época en la que la conexión entre las enfermedades bucodentales y las sistémicas, como la enfermedad cardiovascular y la diabetes, no se conocía del todo. La educación de los pacientes para que conozcan esta conexión y los factores de riesgo comunes, como un consumo elevado de azúcar, podría motivarlos a ellos y a sus cuidadores para mantener una salud bucodental y unos hábitos alimentarios positivos. Los profesionales de la odontología también deberían desmentir de manera proactiva las ideas equivocadas acerca del envejecimiento y la salud bucodental (p. ej., «Es natural perder los dientes a tu edad»).
Dado el elevado riesgo de comorbilidades y polimedicación entre los pacientes ancianos, es especialmente importante obtener un panorama completo de los antecedentes médicos del paciente. La colaboración proactiva con los demás profesionales que atienden al paciente garantizará que todas las partes tengan una idea clara y coherente del estado de salud general del paciente y que todos los tratamientos estén en consonancia.
Los cuidadores, que pueden ser allegados, personas contratadas o el personal de una residencia, a menudo carecen de la formación o del material necesarios para mantener la salud bucodental. La BASCD ha comunicado importantes deficiencias en la formación y provisión de salud bucodental en las residencias, y estas deficiencias probablemente sean más pronunciadas en el caso de los cuidados informales o domésticos.
Los profesionales de la odontología pueden contribuir a subsanar estas deficiencias mediante la participación proactiva con grupos de apoyo a los cuidadores, los organismos sanitarios y las residencias o centros de día. Algunos posibles métodos de divulgación son reuniones informales, sesiones de formación, charlas, recursos educativos, revisión de políticas, evaluaciones in situ o programas comunitarios.
La independencia personal puede ser muy variable entre la población anciana. Los problemas de movilidad, la falta de un medio de transporte fiable o los costes asociados al tratamiento pueden constituir obstáculos que dificultan el acceso a la asistencia dental. Los profesionales de la odontología pueden prestar apoyo a los pacientes mediante el ofrecimiento de opciones de pago flexible, la promoción mediante publicidad de recursos de financiación o la implementación de servicios móviles o comunitarios de salud bucodental.
Aquellas personas con dificultades cognitivas o sensoriales pueden tener problemas para pedir o recordar las citas, o puede que la experiencia de acudir a una cita les resulte angustiosa debido a sus dificultades sensoriales o de comunicación. La revista RDH ofrece una extensa guía para gestionar estos obstáculos y proporcionar un tratamiento eficaz.
Un estudio reciente publicado en BMC Geriatrics Journal comunicó que solo el 2,6 % de los odontólogos mostraban unos buenos conocimientos de salud bucodental geriátrica, y el 30 % consideraba que sus conocimientos y experiencia eran insuficientes para tratar a personas de edad avanzada con problemas médicos complejos. Para satisfacer las necesidades de esta población en aumento, se recomienda encarecidamente a los odontólogos que inviertan en formación continua centrada en odontología geriátrica.
Las necesidades de cuidados bucodentales por parte de los pacientes geriátricos pueden ser complejas y variadas. A medida que esta población aumenta, los odontólogos pueden asegurarse de proporcionar los mejores cuidados prestando especial atención a los antecedentes médicos, estableciendo una coordinación multidisciplinaria proactiva y mediante la educación continua de los pacientes, los cuidadores y los colegas del ámbito de la odontología.
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